A veces creemos que todas las
respuestas están en nuestra cabeza. Sin embargo, en
el tema de las emociones en muchas ocasiones nuestra cabeza anda muy
despistada. A veces solo llego a distinguir que me siento
raro, mal...pero no me sabe responder nada más concreto.
Nuestra mente a
veces
no sabe
respondernos.
Pero resulta que tenemos otro elemento
muchas veces olvidado que nos puede ayudar. Y no es otro que nuestro
cuerpo. Las emociones suelen estar acompañadas por una sensación
corporal, que puede ser más o menos agradable, así
que lo que podemos hacer es rastrear esta sensación y
preguntarle.
"Tengo una opresión en el pecho",
"me cosquillea el estómago", "es como si me costara
tragar", "siento como un peso en la espalda"...son
solo algunas de las sensaciones que nos pueden surgir en el cuerpo.
Tenemos sensaciones
corporales
reconocibles que
nos pueden dar respuestas.
nos pueden dar respuestas.
Podemos ayudarnos haciendo también un
juego metafórico y poner símbolos o imaginación a lo que nos
ocurre. "tengo el pecho como si me lo pisara un elefante",
"es como si tuviera culebrillas por el estómago", "parece
que tuviera una soga aprentandome la garganta"...
Es entonces cuando puedo preguntarme:
cuando tengo el pecho como si me lo pisara un elefante ¿cómo me
siento? Tengo sensación de agobio, angustia...así que
¡ya tengo una respuesta!
Otro ejemplo podria ser: "tengo
las piernas rígidas y pesadas como dos columnas". Así que
entonces percibo que me siento paralizado o bloqueado, y veo
que estoy confuso, perdido o asustado...
Podemos por tanto encontrar
las emociones que se esconden
tras las sensaciones corporales.
El cuerpo esconde muchas veces aquellas
respuestas que la mente no acierta a darnos, así que...
¡¡Pregúntale al
cuerpo!!
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